RNtv Briconsejo nº 46 Mili KK
Desde el veinte de febrero de mil novecientos ochenta y nueve hasta el treinta y uno de diciembre de dos mil uno, -cuando se abolió definitivamente el servicio militar obligatorio en el Estado español-, más de mil seiscientos jóvenes que se declararon “insumisos”, pasaron por prisión.
Hoy abordamos en nuestro debate mensual este hecho, cuando se han cumplido tres décadas de los inicios de aquel movimiento, considerado como la mayor acción de desobediencia civil en nuestro país.
Fue, como bien han denominado algunas personas, “una lucha sin cuartel”. Un pulso contra el Estado de una generación de jóvenes que se rebeló contra la idea de colaborar con el Ejército, de corte franquista, en unos años donde el régimen parecía que empezaba a “desmoronarse”. Sus reivindicaciones podían dividirse en objetivos a lograr a corto y a medio-largo plazo. Lo urgente era acabar con la obligación de tener que “servir” al Estado formando parte de su aparato represivo. Pero lo ideal, algo que todavía no se ha logrado, era acabar con el Ejército como tal. Puesto que “sin ejércitos no habría guerras”, era obvio creer que con la eliminación de esta institución se garantizaría un paso más en la construcción de una sociedad solidaria y pacifista.
Este movimiento, que también rechazaba la denominada “prestación social sustitutoria”, fue sumando cada vez más apoyos. Quienes se declaraban “insumisos” lo hacían convencidos de una idea: estaban luchando no solo por acabar con el servicio militar obligatorio, sino por terminar con un modelo de sociedad injusta y violenta.
El Movimiento por la Objeción de Conciencia (MOC) tuvo una gran cohesión social, por eso el Estado siempre tuvo la intención de desestabilizarlo, intentando dividir a sus integrantes. Para ello, puso en marcha una estrategia de represión “selectiva”. Fueron muchos los jóvenes antimilitaristas procesados y condenados, pero no todos entraron en la cárcel.
Desde entornos libertarios, también existieron organizaciones que jugaron, sin duda, un papel determinante en esta lucha, promoviendo la “insumisión total”. Tampoco queremos, ni debemos, olvidarnos de las muchísimas mujeres que formaron parte del MOC. A pesar de que no eran ellas los sujetos sobre quienes recaían las condenas, fueron un pilar fundamental del movimiento organizando movilizaciones, protestas y acciones contra la “mili”, y apoyo moral a sus compañeros en unos años muy difíciles.