RNtv Briconsejo nº 31 Ningún ser imaginario puede determinar nuestras vidas
¿Os imagináis que en vuestra ciudad o comunidad se nombrara alcalde o presidente a David el Gnomo, a Batman o al lobo de Caperucita Roja? Esto, aunque parezca desquiciado o suene a guasa es una realidad que está ocurriendo, en pleno siglo XXI, en nuestro Estado “aconfesional”.
Existen 165 municipios cuyos alcaldes o cuyas alcaldesas son trozos de madera adornados de oro y plata. Sí, nada más y nada menos que localidades en las que desde sus instituciones, la clase política ha decidido otorgar la representación “simbólica” de la ciudadanía a advocaciones de la virgen María o a algún santo popular de la zona.
¿Es normal que la política se mezcle con las fantasías y las creencias en seres imaginarios de un sector de la sociedad?
¿Es justo que ciertos colectivos religiosos en nuestro país disfruten de determinados privilegios sobre el resto de mortales?
¿Es justo perseguir a personas que muestran su rechazo por la fe católica o por cualquier otro tipo de creencia religiosa?
¿Dónde están los límites de la libertad de expresión?
¿Pueden estos grupos religiosos imponernos sus dogmas e incidir en nuestra vida social, sexual, laboral, etc?
A pesar de que la Constitución Española de 1978 establece en su artículo 16.3 que ninguna confesión tendrá carácter estatal, en la práctica las cosas son bien distintas y son todavía muchos quienes continúan metiendo la fe cristiana y los valores católicos en la vida de las personas, obligando a convivir con ellos a otra buena parte de la población que no se identifica con estos.
Por si esto fuera poco, esta parte de la sociedad que rechaza abiertamente los valores cristianos y/o católicos, tiene que soportar la soberbia de determinados colectivos que no han dudado en pisotear derechos fundamentales en su obsesión por perseguir a quienes no “comulgan” con sus creencias.
El caso de Rocío Ballesta y sus compañeras (Coño Insumiso) o el de Willy Toledo, por “cagarse” en dios y en la virgen María en las redes sociales, son solo dos ejemplos que demostrarían el nivel de psicopatía en algunas de estas mentes. Detrás de estas acciones contra la libertad de expresión se esconde la iglesia católica y sus representantes. En nombre de la fe cristiana se han cometido los mayores crímenes de la historia de la humanidad.
No olvidamos que fue la iglesia católica, y los representantes del “dios verdadero en la tierra”, quienes permitieron pasear bajo palio a genocidas asesinos como Franco. No están estos colectivos, por lo tanto, legitimados para dar lecciones morales a nadie en nuestra sociedad.
Nosotras creemos que ninguna religión puede determinar nuestras formas de relacionarnos en la sociedad y abogamos por la construcción de comunidades libres, en las que se fomenten los valores libertarios y el respeto al libre pensamiento. Porque ningún ser imaginario, al que nunca nadie ha visto y con el que muchos otros han logrado crear el negocio de sus vidas, puede determinar las nuestras.