RNtv Armadas con lapiceros de colores

La sensibilización acerca de la situación de las personas y colectivos en riesgo de exclusión social, sea por motivos de clase, etnia, sexo o poder, es una de las motivaciones más recurrentes de los ilustradores e ilustradoras a la hora de plasmar sus obras.

Muchas veces trabajan por encargo de colectivos sociales para hacer campañas de sensibilización, publicaciones solidarias e informativas, donde se suele tratar los temas con cierto humor e ironía, sin dejar de lado la reivindicación social y el activismo, pero muchas veces eso significa la exclusión de la “rueda” comercial, estigmatizando al arista y abocándole a la precariedad.

Son numerosas las autoras, y algunos autores, las que se han movilizado gráficamente contra leyes reaccionarias, denunciando el feminicidio o luchando por la visibilización de las autoras como profesionales sin etiquetas de género, un compromiso ideológico, en cuanto a su manera de entender el mundo según los principios “democráticos” y el respeto a los derechos humanos, y un compromiso político, criticando el modelo de Estado, al funcionamiento de las instituciones o a la conducta de los gobernantes.

La visibilización de los colectivos que luchan por el bien común, movimientos vecinales, proyectos personales nacidos de la indignación y publicaciones de un tono marcadamente reivindicativo o pedagógico, han convivido siempre con los ilustradores e ilustradoras llamadas “sarcásticas”.

Pero no es solo el sarcasmo lo que reivindican en sus pinturas, contribuyen a visibilizar unos colectivos estigmatizados por muchos círculos conservadores políticos y religiosos, y a denunciar la discriminación social, laboral y jurídica que muchas personas sufren por apartarse de un supuesto modelo correcto de vivir, sentirse, amar y disfrutar.

El uso de la sátira como herramienta para la crítica y la reivindicación social y política es, a menudo, relacionada con el humor gráfico, un tipo de ilustración tradicionalmente ligado a la prensa diaria y a las revistas satíricas, desde sus inicios en el siglo XIX, con revistas como las francesas Le Charivari o La Caricature o la valenciana La Traca, hasta las más modernas como La Codorniz, Hermano Lobo, El Jueves u Orgullo y satisfacción, por nombrar algunos ejemplos, pero también presente en libros, grafitis, exposiciones, cine, teatro…

En los últimos años se han publicado numerosas obras que relatan las historias de los padres o los abuelos de los autores y autoras del cómic, haciéndose eco de la Memoria Histórica que no nos han contado. La guerra y la dictadura son escenarios tan potentes que multitud de creadores han dado su visión a través de las viñetas.

Al mismo tiempo, cada vez son más los docentes que valoramos las virtudes del cómic y su potencial en el aula para enseñar Historia y otras disciplinas.

El “cómic” no es solo arte, va más allá, es reivindicación, es lucha, compromiso…, es simplemente expresar lo que sienten con viñetas, pero enfrentándose siempre al poder, hasta en algunos tebeos de superhéroes el protagonista se enfrenta a lo establecido, a la “norma”.