RNtv Nada que celebrar

El próximo 12 de octubre, veremos aviones de combate surcando los aires, desfiles militares, patrióticas banderas en los balcones de nuestras calles, la “clase” política luciendo sus mejores galas, programas en la televisión celebrando el Día de la Hispanidad, y nosotras creemos que ese día no hay nada que celebrar.

El 12 de octubre de 1492 representa el inicio del mayor genocidio de la historia con más de 80 millones de seres humanos asesinados y al menos 20 millones esclavizados. Más de 500 años después, continuamos reivindicando nuestras ancestralidades, y celebrando esa masacre humana como si estuviéramos orgullosas de lo que hicieron.

Cristóbal Colón llegó a América buscando las riquezas de las Indias Orientales y acabó provocando una de las mayores masacres de la historia. Epidemias, guerras, saqueos y hambrunas siguieron al desembarco de la expedición española en 1492.

El saqueo continúa con la complicidad de las empresas extractivistas y de los Estados derivados de la colonización. Mientras, los pueblos originarios mantienen viva su forma de estar en el mundo y resisten protegiendo la naturaleza, siendo acorralados, exterminados, criminalizados, ninguneados y silenciados. Ni siquiera las alarmas sobre el ecocidio en la Amazonía, Africa y Oceanía parecen servir para detener el avance de este supuesto desarrollo.

Como siempre, lo que importa es el dinero, siguen queriendo tenernos colonizados, ya no viajan en Carabelas, galeones o galeras, viajan en aviones privados, con sus tripulantes, no parecen asesinos o delincuentes como en aquella época, ahora van con trajes carisimos, saqueando los recursos naturales, humanos y económicos con la complicidad de los gobiernos.

Por su parte, Europa cierra sus fronteras racistas, imponiendo leyes de inmigración inhumanas, manteniendo a esas personas que cruzan océanos en busca de una vida mejor, que acaban trabajando como empleadas domésticas en regímenes de esclavitud, o trabajando de raiders repartiendo la comida, o cualquier otro producto de las grandes multinacionales, por un sueldo miserable y sin derechos laborales.

Aumentando campos de concentración mal llamados Centros de Internamiento de Extranjeros, convirtiendo el Mediterráneo en la mayor fosa común de la historia. Todo esto en el marco de una ideología machista, tránsfoba y homófoba, que sataniza la diversidad sexual presente en los pueblos originarios.

En el interior de Europa existe otra comunidad humana cuyo sufrimiento fue ninguneado incluso durante la Segunda Guerra Mundial: El pueblo Gitano, cuyo Holocausto particular, el Porrajmos, acabó con la vida de aproximadamente el 75% de la población gitana europea.